El pasado de Menkar #1

Hemos luchado siempre juntos.

En cada batalla, frente a todo enemigo.

Servimos bien a nuestra reina.

 

Tras todos aquellos años de guerra y camaradería, tratando que el mundo fuera un poco más como antes… desterrando al mal que había llegado a nuestra tierra…

Decidimos pasar el resto de nuestra existencia juntos. Tranquilos. Formar una familia. Descansar.

Pero todo cambió la mañana que la reina me llamó a su presencia. Quería que yo continuase con su legado. No podía negarme, pues era el mayor honor que podía recibir de nuestra soberana.

Qué estúpido fui. Qué estúpido por no haber tomado precauciones. Por confiar en el honor de los otros… Por no llevaros a ti y a nuestros soldados como testigos.

Porque cuando la reina murió, nos quedamos solos. El Consejo conspiró contra nosotros los Mariscales. Nos apartó. Querían destruir la tradición y establecer una dinastía. Tú y yo sabíamos que no era la mejor opción.

Saiph no se había educado en la guerra, era más un artista que un general. Y estaba mal aconsejado. Tanto que no conoció otra forma de gobierno que aplastar a todo cuanto se opusiese a él. Y si su deseo era reconquistar las tierras de los alfar, con las que alcanzamos por fin la paz, así debía ser.

Al principio todos nos negamos a acatar sus órdenes. Tú eras la voz de la razón,  nos aconsejaste prudencia. Pero algunos sucumbieron a los sobornos que les ofrecían a cambio de llevar a cabo sus desmanes.

Tuve la mala suerte de ser yo el único que dijo “basta”, harto de participar en masacres de inocentes.

Yo, el elegido por su madre. El que siempre estaba bajo el punto de mira.

Yo, el que tenía más que perder. A ti, mi todo.

Por eso la humillación no fue nada. Ni el tenerme que arrodillar, indefenso, ante ese bastardo. Ni pasar años en la cárcel, esperando, porque eso era un suspiro. No tenía miedo a morir, sino por ti, aunque sabía que eras más que capaz de resistir sola. Por el proyecto de vida que teníamos ante nosotros y se esfumó. Por mi culpa.

Intentó mandarme lejos. Matarme. Pero no lo consiguió.

Intentamos derrocarle, con los pocos que resistían en la frontera, y fracasamos.

Y lo perdimos todo. Lo perdí todo.

Nuestras tierras, el hogar de nuestros padres…. todo ardió y se consumió como si nunca hubiese existido.

Y yo lo contemplé todo, en cadenas, incapaz de hacer nada por evitarlo.

Incapaz de impedir que en medio de aquellas llamas ardieras cual señal de advertencia, con el corazón atravesado por tu propia espada.

Así que dime, amada mía. ¿Cómo puedo volver a sentir amor tras todos estos años? ¿Cómo puedo volver a amar si el nombre que le di a ella para protegerla… era el tuyo? ¿Cómo puedo mirarla a los ojos sin ver los tuyos? ¿Cómo no puedo pensar en ella como nuestra hija?

Tras todos estos años, mi amada… nosotros que iniciamos la caída de Saiph, humillados y desterrados para siempre… Sin encontrar descanso. Sin honor…

-¿Kaeso?

Cuando la veo ahora… No veo tus ojos. Veo los suyos. No escucho tu risa, si no la suya. ¿Estaré olvidando?

No, un dragón no olvida.